1967
Si tuviéramos que dar crédito a los artículos aparecidos en prensa en este año 1967, refrendados por alguna que otra Carta al Director expresada en parecidos términos, podríamos interpretar que Torremolinos había sido invadido por una avalancha de sucios, pobretones, pestilentes y desgreñados melenudos. No mentían, si nos pusiéramos en la piel de aquellos portavoces de la sociedad malagueña de los años 60, defensores a ultranza de la moral, el orden y las buenas costumbres. Aquella "extraña" juventud, como Keith Richards, guitarra de los Rolligs Stones, cliente del Hotel Pez Espada en marzo, que comenzaba a dejarse notar en ciertos ambientes de Torremolinos era una vívida representación de sus temores. Los hippies habían hecho acto de presencia. El pensamiento del escritor Jack Kerouack , o las claras insinuaciones del padre del consumo de sustancias sicotrópicas, Timothy Leary, contrarios a los valores tradicionales de una hipócrita sociedad norteamericana, habían calado en jóvenes del mundo entero, que abrazaban fervorosamente sus doctrinas. Torremolinos quedaba dentro de esa ruta de lugares mezcla de exotismo y cosmopolitismo, que figuraban en las reseñas del exportable movimiento hippie, no en vano Leary, en su periplo europeo, había vivido varios meses entre nosotros. Mientras el rock cargado de ritmos poderosos y alusiones constantes al movimiento beat imperante en el mundo, y sus iconos musicales, Pink Floyd, Jimmy Hendrix, Led Zepellin, The Rolling Stones, Beach Boys, o The Beatles llegaban colgados de las mochilas de estos jóvenes contraculturales, en los oídos de los muchachos y muchachas españoles de 1967 resonaba todavía Luis Aguilé y su "Cuando salí de Cuba", o el éxito del verano , el célebre "El turista 1.999.999" de Cristina y los Stops. Cierto que ya despuntaban Los Brincos con "Lola", o Los Bravos con "Los Chicos con las chicas" ,pero, aquellas melodías sencillas y melifluas parecían pensadas para consumo de jóvenes que vivían alojados en las antípodas mentales de aquellos "melenudos", de costumbres inmorales que se hacían notar en el Top-ten, en el Grotto, o en cualquiera de los pasajes prohibidos del ya pecaminoso Torremolinos. El Pasaje Begoña se había convertido en una atracción clave de la Costa del Sol. Se habla de este pasaje en Dinamarca, Holanda, Suecia, Alemania, Francia e Inglaterra. "Se suceden los bares como un reguero de hormigas" aseguraba la prensa. 1967 será también el año en que abre el hotel Azor, en los Alamos o la Vaca Sentada y el King's Club, en la Nogalera, de la mano de el incombustible Marqués de Nájera, el príncipe Alfonso de Hohenlohe y el olvidado Enrique Bolín Bidwell, propietario del antiguo hotel La Roca y de la añorada sala de fiesta El Copo, único de los pioneros de renombre de Torremolinos que no posee una calle en la ciudad a la que tanto aportó, para sonrojo de sus gobernantes. Si su apellido no fuera Bolín, y fuese Gómez, o Montes, o cualquier otro, ya tendría una avenida...En Agosto, el periodista Luis Carandel publica un artículo en "La Actualidad Española" sobre el barrio chino de Torremolinos. Un mes más tarde, se retracta, por "indicaciones" de la autoridad competente. En la Bóveda, mientras tanto, se comete un horrible crimen relacionado con el tráfico internacional de grifa y opio. En 1967 se aprueban por el Gobernador Civil los estatutos del Club de Leones de Torremolinos. El año acaba con la inauguración de una de las discotecas más famosas de todos los tiempos "Piper`s Club".